sábado, 23 de noviembre de 2013

REGLAMENTO DE ESCUELAS DE PRIMERAS LETRAS (16/02/1825)


El Plan y Reglamento General de Escuelas de Primeras letras aprobado el 16–II-1825, reorganiza la educación primaria de aquella época, reglamentando materias curriculares, metodología de aula, planes de estudio de los futuros profesionales de la enseñanza, etc.

            Vamos analizar algunos aspectos generales y curiosos del currículo de este tipo de escuelas

Materias básicas objeto de enseñanza obligatoria

Doctrina cristiana

Lectura y escritura

Cuatro reglas de contar: por números y las denominadas “por lo menos”

 

 

El material obligatorio elemental en todas las escuelas era el siguiente

Catecismo básico

Compendio histórico de la Religión de Pinton

Interrogatorios del catecismo de Fleuri

Cartillas fijas y móviles (para el  aprendizaje de la lectura)

Silabario de la Academia de primera educación

Método práctico de enseñar a leer de Noharro.

Catón del colegio académico de profesores de primeras letras de Madrid.

 

Se prohibía a los escolares

            Leer novelas de romances, comedias u otros libros perniciosos “que no puedan dar instrucción”.

Se recomendaba la lectura de los siguientes libros

q  Amigos de los niños

q  Lecciones escogidas para niños que aprenden a leer en las Escuelas Pías.

q  Fábulas de Samaniego.

Otras materias complementarias


 

q  Compendio de Historia de España ( los contenidos los señalaba la Junta de Superior de Inspección).

q  Lecciones de Calografía. (caligrafía)

q  Lecciones de Aritmética para uso de las Reales escuelas del sitio de San Ildefonso.

q  Principios generales de Aritmética para uso de las Escuelas Pías de Castilla.

q  Compendio de gramática castellana de Don Narciso Herranz.

q  Arte de escribir por reglas y con muestras (de D. Torcuato Torío de la Riva, obligatorio para todos los maestros de escuelas de primera y segunda clase).

 

Aulas y métodos de enseñanza

Las escuelas se dividían en dos aulas o clases separadas: de leer y de escribir. Ambas admitían subdivisiones. Por ejemplo, en la clase de “leer” había tres secciones: conocimiento de letras; conocimiento de sílabas y de lectura.

            Normalmente la enseñanza de la lectura y de la escritura no era simultánea, ya que según opinaban los teóricos de entonces no estaba demostrada la supremacía de la enseñanza simultánea sobre la independiente.

La propuesta metodológica utilizada mayoritariamente era ésta

Primero se enseñaba la letra por su nombre y figura mediante la utilización de cartillas o abecedarios móviles o fijos (con letras mayúsculas y minúsculas por separado). Se utilizaba una caña para señalar la letra, objeto de aprendizaje, en los llamados cartelones o “cortapolos”. Para pasar del abecedario a la sílaba había que conocer perfectamente las letras

Posteriormente se iniciaba en el conocimiento de la sílaba y de las palabras. En estas clases estaba prohibido el “deletreo”

Finalmente se llegaba a la lectura suelta o de “corrido”.

En las clases numerosas se utilizaba la figura de  pasante (maestro auxiliar) o se recurría a niños aventajados que atienden a los más retrasados. Habitualmente ayudaban en las lecturas de “corrido” durante media hora, aunque generalmente se les requería para todas las clases.

En las escuelas en las que había pasantes, el maestro supervisaba la lectura  de los escolares e intervenía directamente con los alumnos que ya sabían leer para inculcarles la “lectura expresiva” (muy importante en aquella época), sirviendo él de modelo lector.

La enseñanza del Silabario de la Real Academia, se hacía en forma de murales (cartelones) que estaban expuestos en las paredes del aula, “debiendo coincidir las muestras propuestas a los niños con las escritas en las paredes o postes, evitando sonidos bárbaros e insignificantes”.

Los caracteres o grafías correspondían a letra redonda, bastarda o cursiva.

Aparte del material de aula de utilización colectiva o conjunta por el alumnado, cada uno de éstos tenía como libro de uso personal de lectura el Catón. Ha habido diversos modelos y ediciones: Catón Cristiano (de Jerónimo Rosales,1673); Catón Cristiano (Joaquín Moles 1772); Silabario (Vicente Noharro, 1787), etc.

 

Los escolares pasaban del Catón o Silabario a la “lectura corrida” cuando leían con facilidad las sílabas, iniciándose en la lectura de Catecismos (que no debían saber de memoria), o leían  a Pinton, Fleuri, Lecturas escogidas, etc.

Viñao Frago (1995)  indica que nace   un nuevo tipo de lector. El aprendiz de lector de la cartilla u otro libro similar que leía textos ya conocidos o incluso memorizados. Aprendía a leer  construyendo materialmente frases repetidas hasta la saciedad. Se hacía lector leyendo en voz alta temas cuyo contenido  le era familiar .

Realización: Francisco Trancón. (Doctor en Filosofía y CC de la Educación) (Inspector de Educación)

 

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