sábado, 1 de diciembre de 2018

ESCUELA DE MORERUELA DE TÁBARA (Zamora), 1897-1970


La proeza educativa de don Paco

El profesor Francisco Trancón escribe un libro sobre la historia de la escuela de Moreruela de Tábara


Irene Gómez: La Opinión El Correo de Zamora (29.11.2018 )

La escuela de Moreruela de Tábara, impulsada por la Fundación Sierra Pambley, y su trayectoria desde 1897 hasta 1970 argumenta el nuevo trabajo publicado por Francisco Trancón Pérez. Maestro, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación e inspector de Educación ya jubilado, el autor ha investigado durante años la ingente labor educativa promovida por la Fundación Sierra Pambley, que en la provincia de Zamora dejó su huella en la escuela de Moreruela de Tábara, congregando en sus aulas a niñas y niños de este pueblo, Santa Eulalia, Faramontanos y Pozuelo.
"La escuela de Moreruela de Tábara, a través de sus 73 años de larga andadura, llenó su interesante biografía de alegrías y quebrantos; pero nunca abdicó de la misión encomendada en favor de la cultura, dedicando su actividad educadora a inculcar hábitos de convivencia, trabajo, solidaridad, a los escolares" describe el autor de un interesante trabajo que comienza desgranando la figura de Francisco Fernández Blanco Sierra Pambley. Don Paco, nacido en Villablino (León) en 1827 y fallecido en Madrid en 1915, republicano, ilustrado y librepensador, el "gran patricio" como le llegó a calificar algún medio leonés a principios del siglo pasado, dedicó su vida a los desamparados, los inválidos y el culto a la enseñanza. Y con ese espíritu surgió la Fundación Sierra Pambley, creada en 1887 por Francisco Giner de los Ríos con los principios de la Institución Libre de Enseñanza. "Tuvo su origen en la reunión mantenida en Villablino (León), en el invierno de 1885, entre don Francisco Fernández Blanco y Sierra-Pambley con Gumersindo Azcárate, Francisco Giner de los Ríos y Bartolomé Cossío" describe Francisco Trancón en su libro.
El nacimiento de la escuela de Moreruela de Tábara "se debe a que don Paco heredó de sus abuelos las dehesas de Requejo y Quintanilla, que habían sido expropiadas a los Cistercienses y Jerónimos en 1842 con motivo de la desamortización". Francisco Trancón detalla el proceso de construcción del centro educativo, presupuestado en 16.074,07 pesetas, así como la profusa correspondencia entre don Paco y José Soler, responsable de la obra. Le cuenta cómo se ha "contratado a canteros gallegos para crear estímulos con los del país", que la construcción de los muros se hace "con piedra brava de la Sierra de la Culebra, ya que resiste muy bien el salitreo de los cimientos", cómo "el obispo negó permiso a los mamposteros para trabajar los domingos" o "el jornal del guarda es de 8 reales como trabajador y 2 por dormir en la obra al servicio de la noche" confía el constructor al mecenas.
Gastos de viajes, de material, la obra, los sueldos o las observaciones técnicas sobre la situación de la escuela "en un lugar ventilado, cerca de la población, poco ruidoso, alejado del cementerio", la orientación "mirando hacia el levante", los patios de recreo con "al menos dos metros de superficie por cada alumno", aulas "espaciosas" o la higiene preventiva demuestran el celo del fundador de Sierra Pambley sobre las necesarias condiciones que debía reunir la escuela de aquella época.
El trabajo de Francisco Trancón depara también en el profesorado de la escuela de Moreruela de Tábara, con Leonardo Quirós como primer maestro aunque fugaz por su "conducta dudosa", por lo que sería reemplazado por Segundo Álvarez, con acreditada "preparación pedagógica, cualidades humanas y dotes organizativas". Después tomaría las riendas Vicente Álvarez, hermano del anterior, durante 19 años, viviendo episodios como la epidemia de gripe de 1918 que obligó al cierre temporal de la escuela, que se llevó por delante a 60 personas, entre ellos dos alumnos. El libro detalla las denuncias formuladas contra este maestro expulsado del Patronato, "no por falta de talento pedagógico, pues fue, como el resto de sus compañeros, un excelente profesional".
Constantino Álvarez y Amadeo Puente completarían el cuadro de maestros en Moreruela hasta 1936, cuando la represión en la enseñanza y la cultura llevó a la disolución del Patronato que pasó a ser administrado por el Obispado de Zamora. Relata Trancón el devenir de Amadeo Puente, quien apartado de la docencia "por haber ejercido en la Institución Sierra Pambley", se colocó de contable en una fábrica de harinas e hidroeléctrica en Aspariegos.
La investigación de Francisco Trancón recopila las promociones de alumnos desde la fundación de la escuela hasta la promoción de 1935-36, con un total de 383 escolares, niños y niñas, y aulas con una media de 25 alumnos en un arco desde los 35 del curso 1928-1929 a los 12 que estudiaron en 1919, el año después de la mortífera epidemia de gripe. Un trabajo laborioso que se extiende también de 1939 hasta 1966, cuando se registraron 382 matrículas en la escuela de Moreruela de Tábara, con una media anual de 23 alumnos.
Durante la etapa posterior a la Guerra Civil y el apogeo del franquismo el centro tendría a Felicísimo González del Campillo como maestro, desde 1941 a 1970, desempeñando una "labor meritoria" que sus alumnos recordaron con una placa conmemorativa en el año 2002. A él se deben iniciativas como los premios finales de curso "para solucionar el problema de la baja matrícula". Ya en una carta del maestro al presidente de la Fundación en 1949 le manifiesta su preocupación por el escaso número de alumnos que acudieron al examen de ingreso. Con un carácter bastante visionario don Felicísimo piensa que una de las causas es "la exigua población en edad escolar de estos pueblos de escaso vecindario y las malas comunicaciones con la escuela por caminos muertos, que en invierno están intransitables".
El trabajo de Francisco Trancón profundiza también en el análisis de las dehesas, destacando la "importante labor que realizó el profesorado participando activamente en el control, información o gestión de los terrenos del Patronato en Requejo y Quintanilla".
Y finaliza en el año 1970, cuando el Consejo Escolar decide transformar el centro en "escuela de Patronato, lo que implica que los docentes tienen que pertenecer al escalafón de magisterio, siendo el Estado quien les abona el sueldo". La escuela de Moreruela se integra en la red estatal.

  






lunes, 26 de noviembre de 2018

VIEJOS Y NIÑOS: Álvaro López Núñez (1925)


VIEJOS Y NIÑOS: Discurso leído por D. Álvaro López Núñez  (1925)

Francisco Trancón Pérez

Álvaro  López Núñez (1865-1936). Natural de la Bañeza (León), fue diputado en Cortes entre 1927 y 1930 y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Junto con José Maluquer i Salvador  (abogado, profesor universitario, gestor de seguros sociales) y José Marvá i Mayer, (ingeniero y militar) fundaron el Instituto Nacional de Previsión.
López Núñez intentó mejorar a los  desvalidos, marginados, ancianos, niños y disminuidos. Trató de reemplazar la hasta entonces única política social de beneficencia así como censurar  las tesis revolucionarias de corte marxista sobre este tema.
 El Diario de León (20/12/2008), profundizando sobre la figura de Don Álvaro dice que  entendía  “por justicia social la armonía entre las partes, no el triunfo por medios violentos de la clase proletaria sobre la patronal, pues con ello no se haría sino revertir la injusticia. Si, como consecuencia de la lucha de clases, ha de haber un vencedor que impone su voluntad al vencido, ¿para qué, entonces, promulgar leyes y normas de convivencia, de amor fraternal entre los hombres? Confiaba, desde su idealismo optimista cristiano, en el diálogo social, donde todas las piezas deberían coordinarse como colaboran en el funcionamiento de un reloj.”
Las críticas reiteradas en distintos medios que hizo sobre el frente popular, haber desempeñado un cargo en el Ministerio de Trabajo, su acendrada confesionalidad religiosa y otros muchos factores, fueron determinantes para granjearse el odio de la izquierda más radical. El  29 de septiembre de 1936, Álvaro López Núñez, de 71 años de edad, fue conducido junto a su hija Esther a la checa del número 9 de la calle Fomento de Madrid. Al día siguiente aparecieron fusilados.
Esta breve referencia nos acerca a la figura de D. Álvaro, analizando a continuación el contenido de un  interesante tema sobre cómo entendía  la previsión social. 
Para ello tomamos como referencia la publicación “Viejos y niños” editada por el Instituto Nacional de Previsión (1925).
El contenido es un discurso leído en la solemne fiesta del Certamen pedagógico-social, celebrado en   Guernica  (Vizcaya) el día 20 de septiembre de 1925, con motivo de ensalzar un  acontecimiento sobre Previsión social, en el que intervienen niños y  mayores.
Don Álvaro se preocupa de  estos dos colectivos solidarizados entre sí de tal modo que  coincide con aquella antigua sentencia  que indica que “la vejez más robusta fue antes la juventud más arreglada”
Los ancianos reciben unas libretas con sus ahorros por lo que  se les reconoce una modesta pensión para todos los días que les restan de vida, subrayando  “que  con ser muy apreciable este beneficio económico, lo es mucho más el de respeto y veneración que ahora les consagra este pueblo, en nombre de todo el país”. En este acto público testimonia   el abandono en el  que se hallan muchos ancianos, y que es un  firme deseo  del Instituto Nacional de Previsión evitar esta situación, para tiempos venideros.
Dignifica el carácter social de la Previsión estableciendo este símil comparativo “la avaricia es un pecado capital, mientras que  la Previsión, es una nobilísima virtud”. Para López Núñez, el avaro atesora para sí propio, poniendo en su personal conveniencia el fin de sus economías; mientras que el hombre previsor, con un sano concepto de la moral social, atesora para sí mismo y para los demás, y  califica al avaro “como una nota discordante en la armonía social”.
Arremete contra la sociedad, señalando  que ha sido ingrata   para con los viejos, correspondiendo con un cruel abandono a los beneficios que de ellos abundantemente ha recibido. Cita a  Alfonso el Sabio que  aludiendo a los ingratos en una de las leyes de la IV Partida  dice que la ingratitud “es una de las grandes maldades que ome puede fazer”.
Continúa -refiriéndose a los mayores- que “estos hombres que hoy vegetan tristes en los asilos, esperando y ansiando la muerte liberadora, o estos otros que, con el cayado y la alforja del  peregrino, se arrastran solitarios y errabundos, por las carreteras, pidiendo limosna a los transeúntes, o aquellos, más merecedores de compasión, que comen el pan amargo en un hogar donde no se les ama, son los que, con la luz de su mente y la fuerza de su voluntad, han contribuido a formar los bienes que hoy gozamos”,
Con relación a los asilos expone “es el mayor enemigo del hogar y de la familia; y así como el hombre, por pobre y humilde que sea, se cree rey en su pobre choza, de igual modo se siente esclavo en el asilo, aunque le rodeen bronces y mármoles”.
Como un mal menor admite  el asilo en  los ancianos; pero mal, al fin, y no pequeño, porque en estas instituciones de beneficencia no suelen dar amparo al calor de los afectos familiares; “por muy buenas  que sean  las personas que las dirigen, es imposible sustraerlas a una cierta rutina y automatismo incompatibles con la solidaridad humana”
 El dolor, en los asilos, manifiesta que es disciplinado y sujeto a reglamento, como en una especie de milicia, donde en favor de las ordenanzas y de la convivencia  regular de los residentes en estos centros, “se sacrifican y se sofocan los más dulces afectos del ánimo”.
Reconoce  progresos sociales en materia de beneficencia o de asistencia pública, en cuanto a la  mejora de los métodos, aplicando en determinadas circunstancias tratamientos individualizados.
Con referencia al sentimiento de soledad del anciano, López Núñez cita a Concepción Arenal, recordando que el dolor es como un amigo triste que ha de acompañarnos en el camino de la vida. No podemos extinguir el dolor, pero sí reducir la zona de su imperio, limitándola a esta esfera de tonicidad individual que se considera útil y aun necesaria.
Dignifica la presencia del anciano, afirmando que es  el centro de gravedad en  el hogar familiar “imprimiendo un ritmo de orden, serenidad y cordura”.
Otra parte  fundamental de su discurso aborda la educación primaria, efectuando unas reflexiones muy acertadas y descriptivas “la escuela   era como un recogimiento espiritual apartado del cauce de la vida corriente, donde un maestro, desconocido y  menospreciado por los ciudadanos, transmitía, por medios violentos, en un local triste y antipático, ideas abstractas cuya utilidad no alcanzaban a comprender los niños, ni acaso el mismo  maestro tampoco”
Ironiza afirmando que “de cuando en cuando se abría aquel recinto hermético para que entrasen en él, no las auras refrigerantes y fecundas de la vida social, sino las autoridades y las familias de los discípulos, ante las cuales aquellos niños repetían inconscientemente  cosas ignotas que habían aprendido, que producían asombro a los que las escuchaban, porque, de ordinario, eran para ellos ininteligibles y peregrinas”.
Sugiere la consecución de unos valores sociales, religiosos, morales, en la escuela, anticipándose a las nuevas tendencias de la actual enseñanza: “Hoy ha cambiado del todo el aspecto de estas cosas, y la escuela, como la vida, es sustancialmente social. Sin desdeñar todas aquellas enseñanzas que tiendan a dar eficacia a las fuerzas individuales y a ennoblecer y hermosear el espíritu”.
Hace especial referencia  a los Cotos escolares., que no son otra cosa que una organización del trabajo en común, que realizan los niños, aplicando sus productos a fines de previsión.  Joaquín Costa (perteneció a la Institución Libre de Enseñanza) desarrolló esta idea (Véase “Colectivismo agrario en España”, 1898. Reeditado por la editorial Guara en 1983). Estos principios fueron aplicados a la escuela por iniciativa  de José  Maluquer i Salvador.
Los cotos tienen carácter agrícola y forestal. Los niños de la escuela, bajo la dirección de sus maestros o de personas expertas en estas materias, cultivan pequeños lotes de terreno, convirtiéndolos en huertas y jardines o destinándolos a la repoblación de árboles.
Las Mutualidades escolares  constituyeron una de las instituciones complementarias de la escuela más importantes, desarrolladas  a través del Instituto Nacional de Previsión, a partir de  los esfuerzos de Álvaro López Núñez y otros importantes colaboradores.

El real decreto de 7 de julio de 1911, dicta normas para la incorporación de las Mutualidades escolares en el Instituto Nacional de Previsión.
Según el citado decreto las Mutualidades escolares tienen por objeto “fomentar en los niños la virtud del ahorro, constituir dotes infantiles y la formación de pensiones de retiro a capital cedido o reservado”.
Las bonificaciones a que tienen derecho los escolares mutualistas se determinaron por real orden de 16 de diciembre se ese año.
A partir de la publicación se constituyó una comisión para redactar  unas “Nociones de mutualidad escolar”.
El trabajo de dicha comisión estuvo presidido por el Director general de primera enseñanza (Rafael Altamira) y aprobado por la real orden de 1 de abril de 1912.
El real decreto de 7 de julio de 1911 establecía en el artículo 7º la creación de la Comisión Nacional de Mutualidad Escolar, presidida por el Director general de primera enseñanza.
Para estimular la constitución de mutualidades escolares dispuso el Reglamento de las organizaciones sociales que favorecían dichas mutualidades la creación de una medalla (11 de mayo de 1912, artículo 34). Esta propuesta fue puesta en práctica mediante la promulgación de la real orden de 26 de marzo de 1915, disponiendo se premie a los propagandistas, fundadores y donantes de las mutualidades escolares con medalla de oro, plata y cobre, según sus merecimientos.
Los modelos de documentos para la fundación de mutualidades fueron aprobados por real orden de 5 de agosto de 1912.
Las libretas de dotes infantiles creadas por el Instituto Nacional de Previsión era abonado su importe al beneficiario al cumplir éste 25 años.
El número de mutualidades escolares de aquella época   se acercó a 6.000.
Sobre el valor educativo de la mutualidad escolar, Ezequiel Solana (1911) indica: “Si es importante la Mutualidad escolar desde el punto de vista económico, ha de reconocerse que no es menos importante su virtud educadora.
El niño que cada lunes deposita en manos del maestro sus diez céntimos semanales, cinco como medida de previsión para su pensión o seguro en la vejez, y cinco como prueba de generosidad, de ayuda mutua, que se convertirá en socorro de enfermedad para uno de los mutualistas, se somete a una disciplina a la vez moral y social que la enseñanza del mejor maestro no podía igualar. El ingreso de la cuota semanal es para el niño una verdadera lección de cosas que no tiene semejante en el mejor discurso.”

Se debe  en gran parte la labor de cotos y mutualidades escolares al esfuerzo de docentes de las  escuelas, que desde el primer momento de la implantación del régimen previsor en la infancia, comprendieron la importancia de esta  práctica  y se aplicaron a ella con entusiasmo.

Finaliza el discurso con estas frases
“Y ahora, para terminar, volvamos a nuestros viejecitos,  los viejecitos de mañana, que seréis vosotros los que ahora cruzáis entre flores la senda de la vida. Respetad y amad a los viejos, recordando aquel bello cantar del poeta de  las Encartaciones (zona geográfica de Vizcaya)”
A la sombra de una encina
duerme un anciano la siesta:
no turbéis su dulce sueño,
pájaros de la arboleda.


miércoles, 2 de mayo de 2018

Cuentos para el hospital 07. La elefanta Blanca

El tema elegido por ANA en este cuento es el ASMA.
El contenido (texto e imagen) lleva el sello personal de sus autoras. Ana con descripciones  didácticas nos va adentrando en el mundo complejo de la patología del asma. Utiliza-como es habitual en ella- un lenguaje sencillo, cercano a los escolares con profusión de acertadas metáforas. El lector se identifica con los personajes, integrándose en el relato, disfrutando del contenido.
Las ilustraciones de RAQUEL describen gráficamente el contenido  con imágenes llenas de expresividad. Efectúa una narración estética con ese sello muy personal suyo, creativo y apropiado a cada situación del relato.































                     

                                                       Vídeo de las fotografías





jueves, 22 de marzo de 2018

Intercambio epistolar entre Cossío y un maestro de Moreruela de Tábara (Zamora) (1919-1921)


Francisco Trancón Pérez

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Inspector de Enseñanza

Artículo publicado el 12/11/2017, en la Opinión- El Correo de Zamora

La Fundación Sierra Pambley creó varias  escuelas en la provincia de León y una en Moreruela de Tábara (Zamora), regida por un patronato al frente del cual figuraba como presidente en la época en la que se narran  estos hechos, D. Bartolomé  Cossío, destacada figura intelectual de la Institución Libre de Enseñanza.

El objeto de este trabajo es dar a conocer una relación epistolar entre D. Bartolomé Cossío y D. Vicente Álvarez maestro de Moreruela de Tábara, con motivo de la expulsión de la escuela del citado docente.
La correspondencia comprende 16 cartas distribuidas entre el 22/11/1919 hasta el 28/5 /1921. Proceden del archivo de la Fundación Sierra Pambley y  recogen  diferentes argumentos sustentados por Cossío, justificando profusamente el largo proceso que genera la separación de  D. Vicente y  la defensa de éste, exponiendo su  visión de los hechos.
El  proceso  de despido del citado maestro se empieza a materializar a raíz  de unas denuncias vertidas contra el docente, cuyo contenido y autoría de las mismas nunca le fue revelado por el patronato, a pesar de la demanda de D. Vicente por acceder a esta información. Las razones fundamentales de su destitución- según el presidente del patronato-  no se basan en  acusaciones incriminatorias,  sino en otras circunstancias que en una extensa carta de cuatro folios escritos máquina por Cossío trata de explicar al maestro. “Durante cuatro años le han consentido ejercer como concejal sin exponerse explícitamente a ello. El ejercer este cargo y el haberse mezclado en la política de la localidad, no tiene nada de deshonroso, pero lo tenía prohibido como usted sabe por el fundador, y si él hubiera vivido no se hubiera permitido hacerlo”
Le recuerda estas otras faltas: “su conducta licenciosa, en cuanto  a las pasiones sexuales  son comprensibles, indica Cossío, pero no aceptables en un entorno tan reducido como es el pueblo, y en una persona que por su función educadora debe mostrar una conducta intachable “.
Añade  que ha propiciado desavenencias entre los habitantes del pueblo y deteriorado la imagen de la Fundación.”
Lo curioso es que el maestro reconoce las acusaciones, aunque no las valora como graves.
Sostiene que no hace política en la escuela, ni coacciona a los alumnos y  padres en asuntos electorales, ni se inmiscuye en temas del ayuntamiento, “Por supuesto, escribe, tengo mi opinión sobre política como ciudadano, si el patronato me dice que no debo tener opinión lo acataré”.
En los demás temas no se pronuncia.

Obviamente uno se pregunta ¿por qué el Patronato no tomó medidas contra el maestro en su día?

Las respuestas- tal vez aventuradas- a esta cuestión planteada, pueden ser alguna  de éstas:

El anterior presidente del Patronato (D. Gumersindo Azcárate)  estimó que igual no era oportuno intervenir, porque la actuación de D. Vicente no era molesta, y su influencia a favor de los intereses de la Fundación era positiva ya que controlaba los movimientos del pueblo que intentaban acceder a la propiedad de las dehesas que tenían en Moreruela y Santa Eulalia.
La directa intervención de Cossío  en cuanto a la resolución del conflicto planteado por el maestro, puede obedecer al carácter  resolutorio y práctico que imprimió durante la presidencia del Patronato, acercándose directamente a los problemas, implicándose en ellos. Como anécdota indico una carta que leí de Cossío dirigida a una madre de un alumno de una escuela de Villablino (León) que se quejaba de los métodos inadecuados de algunos maestros. Escribe un extenso escrito a la señora con sólidos argumentos pedagógicos, acompañados de consejos de educación para su hijo.

La creación de un sindicato agrícola obrero en el pueblo (de cual era secretario el maestro) en pugna con otro  sindicato católico en el mismo municipio, desestabilizó la convivencia entre  los propietarios  y obreros del campo, poniendo en peligro los intereses de la Fundación.  El maestro era un obstáculo más que una ayuda. Las denuncias  contra él, aunque no fueron rebeladas por el Patronato, directamente – como se indica anteriormente-D. Vicente señala como inductores, al cura  y  al médico. Con relación a este último  que opta al cargo de juez, aduce que “este señor entraña el caciquismo en grado máximo”, manifestando que esta opinión es compartida por la mayoría  de los ciudadanos y que no puedo resignarme a que nadie me mate, certifique y ordene mi inhumación, desgraciado el enemigo que caiga en semejante trinidad”
El patronato no quiere involucrarse en los conflictos del pueblo,  ya que lógicamente le pueden afectar si mantiene a uno de sus empleados como agentes activos.

La maquinaria de expulsión de D. Vicente se pone en movimiento, con lentitud circunstancia que es aprovechada por el maestro para demorar su marcha.
El inicio formal de la separación del maestro es comunicado por Cossío en una  carta fechada  el 15/8/1919 indicando que “su separación es irreversible.”
Fijan como fecha tope de su marcha en setiembre de 1920. Por tanto, tiene un año para  su salida definitiva.
El 20/9/1920, sigue sin desalojar la vivienda a pesar de los requerimientos del Patronato, indicando que lo tiene todo dispuesto para octubre de ese año, aunque hasta febrero de 1921 no se iría.

D. Vicente no justifica su retraso ya que pretende que le abonen el último trimestre de 1920, aspecto que no consigue porque su cese estaba anunciado para setiembre de ese año y por tanto sin derecho a sueldo, considerando que durante ese período de tiempo se suspendieron las clases, en espera de un nuevo maestro.

Subrayo como significativos-entre otros- dos aspectos muy interesantes de sus cartas a considerar, por la dureza de su contenido.

D. Vicente a pesar de sus esfuerzos, no logra defender airosamente sus argumentos y arremete contra Cossío, “ustedes son los patronos y yo el obrero, acuerden el texto de destitución que quieran”
La contestación del Presidente fue en estos términos “Esto nos duele mucho decírselo a Vd. con más blandura, que habla Vd. en su carta, si con insidia, con intención muy equivocada de que nosotros somos los patronos y Vd. el obrero. No, amigo Vicente, no tiene Vd. derecho a comparar  a estos patronos, es decir, tutores, defensores, protectores, pero no son ni explotadores de una industria, ni tiranos con el obrero. Y son más obreros que Vd. en la Fundación, porque Vd. cobra en ella por su trabajo, y los patronos no cobran nada por el suyo, ni por sus disgustos, ni por el tiempo perdido, por ejemplo, en escribir esta carta, y que pudieran emplear en cosas útiles. ¿No cree Vd. que yo podía haber prescindido, al extremo al que hemos llegado de dar a Vd. tantas explicaciones? Pues esto mismo le hará comprender que no ha debido Vd. escribir lo que escribió, tratándose de nosotros.”
 D. Vicente, arrepentido de sus palabras se disculpa  No pienso, contesta, que son estafadores y especuladores de mi trabajo. No señor, esa no fue mi intención, le repito y le suplico acepte queda retirado ese concepto”.

En la última carta de fecha  28/5/1921 que se conserva dirigida por D. Vicente a Cossío, con objeto de reclamarle una cesantía  se expresa así “

“El silencio de usted a mis cartas implícitamente alude a burla o desprecio, y como no cabe que un hombre se burle de otro, he pensado ir a Madrid para recabar de usted como Presidente del Patronato una resolución categórica y concreta respecto a mi cesantía que usted me tiene tan insistentemente ofrecida.
Quedo esperando su contestación en el plazo de diez días, a contar desde la fecha, pasado el cual, obraré conforme al dictado expuesto”

  
Consideraciones

La actitud de Cossío ante este problema, ignoro si intervino en casos parecidos, estimo que no al menos en lo que yo he investigado, refleja una actuación coherente con su personalidad. Es correcto en sus palabras, discreto, defensor de los intereses de la Fundación sin ninguna radicalidad  y prepotencia. En sus cartas se expresa de forma sencilla y  en sus expresiones se trasluce paternalismo y comprensión, aunque sin hacer dejación  de sus compromisos.
Intentó ayudar a D. Vicente, aunque no en la medida que éste deseaba, ya que a pesar de ser el Presidente del Patronato, sus decisiones se veían limitadas en ciertas circunstancias por los restantes miembros. Este deseo de salvar al maestro lo  expresa en una carta que escribió a Pablo Azcárate, miembro del patronato (7/9/1920), indicando que se podría intentar trasladar a D. Vicente a la escuela de Villameca  (León), iniciativa que no se materializó.
Por su parte el maestro de Moreruela de Tábara, sufre contradicciones y decepciones en su trabajo. Su obra propia de un sindicalista no fue reconocida, desgraciadamente, “ni por cirios ni troyanos”.
Asume  con amargura su destitución y formula estas reflexiones dirigidas a  Cossío “obré bien, recibo el mal y pierdo el pan; mi conciencia está tranquila, no me faltará una limosna por el amor de Dios”
Sus expresiones reflejan un lenguaje reivindicativo, de persona que defiende con convicción sus derechos, aunque sin plantearse  la legalidad de los mismos: “¿dónde están la estimación y aprecio ofrecidas por el patronato?, “y,  a ¿qué quedaron reducidas las consideraciones de las que tanto ha blasonado usted, (alude a Cossío) en nombre del mismo? ¡ excelente  epílogo para el plan de un bonito melodrama! “
No acepta el autoritarismo que  cree que ejercen sus superiores “siento decirle ( a Cossío) que protesto del poco respeto y consideración que me guarda en ella ¡como si los hombres inferiores no tuviéramos derecho al sentimiento de la propia dignidad!
No se conservan más cartas a partir de esta fecha, ¿se solucionaría el conflicto de la deseada cesantía?







miércoles, 17 de enero de 2018

INSTITUCIÓN DE UNA ESCUELA PRIMARIA EN ARROYABE (Álava, 1830)

Curioso sermón pronunciado por el canónigo Aberasturi de la catedral de Vitoria (1830), con motivo de la creación una escuela gratuita de enseñanza primaria.
Estilo barroco, con numerosas citas en latín, con escasas alusiones a los temas educativos, sin embargo, con mensaje importante: la educación ha de ser compartida entre los docentes y los padres.