jueves, 22 de marzo de 2018

Intercambio epistolar entre Cossío y un maestro de Moreruela de Tábara (Zamora) (1919-1921)


Francisco Trancón Pérez

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Inspector de Enseñanza

Artículo publicado el 12/11/2017, en la Opinión- El Correo de Zamora

La Fundación Sierra Pambley creó varias  escuelas en la provincia de León y una en Moreruela de Tábara (Zamora), regida por un patronato al frente del cual figuraba como presidente en la época en la que se narran  estos hechos, D. Bartolomé  Cossío, destacada figura intelectual de la Institución Libre de Enseñanza.

El objeto de este trabajo es dar a conocer una relación epistolar entre D. Bartolomé Cossío y D. Vicente Álvarez maestro de Moreruela de Tábara, con motivo de la expulsión de la escuela del citado docente.
La correspondencia comprende 16 cartas distribuidas entre el 22/11/1919 hasta el 28/5 /1921. Proceden del archivo de la Fundación Sierra Pambley y  recogen  diferentes argumentos sustentados por Cossío, justificando profusamente el largo proceso que genera la separación de  D. Vicente y  la defensa de éste, exponiendo su  visión de los hechos.
El  proceso  de despido del citado maestro se empieza a materializar a raíz  de unas denuncias vertidas contra el docente, cuyo contenido y autoría de las mismas nunca le fue revelado por el patronato, a pesar de la demanda de D. Vicente por acceder a esta información. Las razones fundamentales de su destitución- según el presidente del patronato-  no se basan en  acusaciones incriminatorias,  sino en otras circunstancias que en una extensa carta de cuatro folios escritos máquina por Cossío trata de explicar al maestro. “Durante cuatro años le han consentido ejercer como concejal sin exponerse explícitamente a ello. El ejercer este cargo y el haberse mezclado en la política de la localidad, no tiene nada de deshonroso, pero lo tenía prohibido como usted sabe por el fundador, y si él hubiera vivido no se hubiera permitido hacerlo”
Le recuerda estas otras faltas: “su conducta licenciosa, en cuanto  a las pasiones sexuales  son comprensibles, indica Cossío, pero no aceptables en un entorno tan reducido como es el pueblo, y en una persona que por su función educadora debe mostrar una conducta intachable “.
Añade  que ha propiciado desavenencias entre los habitantes del pueblo y deteriorado la imagen de la Fundación.”
Lo curioso es que el maestro reconoce las acusaciones, aunque no las valora como graves.
Sostiene que no hace política en la escuela, ni coacciona a los alumnos y  padres en asuntos electorales, ni se inmiscuye en temas del ayuntamiento, “Por supuesto, escribe, tengo mi opinión sobre política como ciudadano, si el patronato me dice que no debo tener opinión lo acataré”.
En los demás temas no se pronuncia.

Obviamente uno se pregunta ¿por qué el Patronato no tomó medidas contra el maestro en su día?

Las respuestas- tal vez aventuradas- a esta cuestión planteada, pueden ser alguna  de éstas:

El anterior presidente del Patronato (D. Gumersindo Azcárate)  estimó que igual no era oportuno intervenir, porque la actuación de D. Vicente no era molesta, y su influencia a favor de los intereses de la Fundación era positiva ya que controlaba los movimientos del pueblo que intentaban acceder a la propiedad de las dehesas que tenían en Moreruela y Santa Eulalia.
La directa intervención de Cossío  en cuanto a la resolución del conflicto planteado por el maestro, puede obedecer al carácter  resolutorio y práctico que imprimió durante la presidencia del Patronato, acercándose directamente a los problemas, implicándose en ellos. Como anécdota indico una carta que leí de Cossío dirigida a una madre de un alumno de una escuela de Villablino (León) que se quejaba de los métodos inadecuados de algunos maestros. Escribe un extenso escrito a la señora con sólidos argumentos pedagógicos, acompañados de consejos de educación para su hijo.

La creación de un sindicato agrícola obrero en el pueblo (de cual era secretario el maestro) en pugna con otro  sindicato católico en el mismo municipio, desestabilizó la convivencia entre  los propietarios  y obreros del campo, poniendo en peligro los intereses de la Fundación.  El maestro era un obstáculo más que una ayuda. Las denuncias  contra él, aunque no fueron rebeladas por el Patronato, directamente – como se indica anteriormente-D. Vicente señala como inductores, al cura  y  al médico. Con relación a este último  que opta al cargo de juez, aduce que “este señor entraña el caciquismo en grado máximo”, manifestando que esta opinión es compartida por la mayoría  de los ciudadanos y que no puedo resignarme a que nadie me mate, certifique y ordene mi inhumación, desgraciado el enemigo que caiga en semejante trinidad”
El patronato no quiere involucrarse en los conflictos del pueblo,  ya que lógicamente le pueden afectar si mantiene a uno de sus empleados como agentes activos.

La maquinaria de expulsión de D. Vicente se pone en movimiento, con lentitud circunstancia que es aprovechada por el maestro para demorar su marcha.
El inicio formal de la separación del maestro es comunicado por Cossío en una  carta fechada  el 15/8/1919 indicando que “su separación es irreversible.”
Fijan como fecha tope de su marcha en setiembre de 1920. Por tanto, tiene un año para  su salida definitiva.
El 20/9/1920, sigue sin desalojar la vivienda a pesar de los requerimientos del Patronato, indicando que lo tiene todo dispuesto para octubre de ese año, aunque hasta febrero de 1921 no se iría.

D. Vicente no justifica su retraso ya que pretende que le abonen el último trimestre de 1920, aspecto que no consigue porque su cese estaba anunciado para setiembre de ese año y por tanto sin derecho a sueldo, considerando que durante ese período de tiempo se suspendieron las clases, en espera de un nuevo maestro.

Subrayo como significativos-entre otros- dos aspectos muy interesantes de sus cartas a considerar, por la dureza de su contenido.

D. Vicente a pesar de sus esfuerzos, no logra defender airosamente sus argumentos y arremete contra Cossío, “ustedes son los patronos y yo el obrero, acuerden el texto de destitución que quieran”
La contestación del Presidente fue en estos términos “Esto nos duele mucho decírselo a Vd. con más blandura, que habla Vd. en su carta, si con insidia, con intención muy equivocada de que nosotros somos los patronos y Vd. el obrero. No, amigo Vicente, no tiene Vd. derecho a comparar  a estos patronos, es decir, tutores, defensores, protectores, pero no son ni explotadores de una industria, ni tiranos con el obrero. Y son más obreros que Vd. en la Fundación, porque Vd. cobra en ella por su trabajo, y los patronos no cobran nada por el suyo, ni por sus disgustos, ni por el tiempo perdido, por ejemplo, en escribir esta carta, y que pudieran emplear en cosas útiles. ¿No cree Vd. que yo podía haber prescindido, al extremo al que hemos llegado de dar a Vd. tantas explicaciones? Pues esto mismo le hará comprender que no ha debido Vd. escribir lo que escribió, tratándose de nosotros.”
 D. Vicente, arrepentido de sus palabras se disculpa  No pienso, contesta, que son estafadores y especuladores de mi trabajo. No señor, esa no fue mi intención, le repito y le suplico acepte queda retirado ese concepto”.

En la última carta de fecha  28/5/1921 que se conserva dirigida por D. Vicente a Cossío, con objeto de reclamarle una cesantía  se expresa así “

“El silencio de usted a mis cartas implícitamente alude a burla o desprecio, y como no cabe que un hombre se burle de otro, he pensado ir a Madrid para recabar de usted como Presidente del Patronato una resolución categórica y concreta respecto a mi cesantía que usted me tiene tan insistentemente ofrecida.
Quedo esperando su contestación en el plazo de diez días, a contar desde la fecha, pasado el cual, obraré conforme al dictado expuesto”

  
Consideraciones

La actitud de Cossío ante este problema, ignoro si intervino en casos parecidos, estimo que no al menos en lo que yo he investigado, refleja una actuación coherente con su personalidad. Es correcto en sus palabras, discreto, defensor de los intereses de la Fundación sin ninguna radicalidad  y prepotencia. En sus cartas se expresa de forma sencilla y  en sus expresiones se trasluce paternalismo y comprensión, aunque sin hacer dejación  de sus compromisos.
Intentó ayudar a D. Vicente, aunque no en la medida que éste deseaba, ya que a pesar de ser el Presidente del Patronato, sus decisiones se veían limitadas en ciertas circunstancias por los restantes miembros. Este deseo de salvar al maestro lo  expresa en una carta que escribió a Pablo Azcárate, miembro del patronato (7/9/1920), indicando que se podría intentar trasladar a D. Vicente a la escuela de Villameca  (León), iniciativa que no se materializó.
Por su parte el maestro de Moreruela de Tábara, sufre contradicciones y decepciones en su trabajo. Su obra propia de un sindicalista no fue reconocida, desgraciadamente, “ni por cirios ni troyanos”.
Asume  con amargura su destitución y formula estas reflexiones dirigidas a  Cossío “obré bien, recibo el mal y pierdo el pan; mi conciencia está tranquila, no me faltará una limosna por el amor de Dios”
Sus expresiones reflejan un lenguaje reivindicativo, de persona que defiende con convicción sus derechos, aunque sin plantearse  la legalidad de los mismos: “¿dónde están la estimación y aprecio ofrecidas por el patronato?, “y,  a ¿qué quedaron reducidas las consideraciones de las que tanto ha blasonado usted, (alude a Cossío) en nombre del mismo? ¡ excelente  epílogo para el plan de un bonito melodrama! “
No acepta el autoritarismo que  cree que ejercen sus superiores “siento decirle ( a Cossío) que protesto del poco respeto y consideración que me guarda en ella ¡como si los hombres inferiores no tuviéramos derecho al sentimiento de la propia dignidad!
No se conservan más cartas a partir de esta fecha, ¿se solucionaría el conflicto de la deseada cesantía?