miércoles, 5 de octubre de 2016

RECUERDOS ESCOLARES DE MARINA FERNÁNDEZ SANTIAGO (101 años) SANTA EULALIA DE TÁBARA (Zamora)


(Francisco Trancón Pérez) (Doctor en Filosofía y Ciencias de la educación)
Marina Fernández nace hace 101 años en Santa Eulalia de Tábara.
Jovial, alegre, con un fino sentido del humor desgrana  retazos escolares de su estancia en la escuela de Moreruela de Tábara con una precisión matemática. Su discurso  coherente y  vívido transmite al oyente sus emociones, sus  experiencias de forma tan plástica que cuando habla da la sensación de haberse  detenido el tiempo.
Marina es una joven estudiante centenaria, alumna aventajada  que aún recorre las aulas buscando nuevos saberes, atesorando los recuerdos más entrañables de su vida escolar en su memoria y en su intimidad.
El aprendizaje escolar básico lo adquiere en las escuelas nacionales de su pueblo y posteriormente amplía su formación en el colegio de Moreruela de Tábara.
Este centro, según Isabel Cantón Mayo (1996) formaba parte de un ambicioso proyecto educativo que bajo el auspicio del patronato de la Fundación Sierra Pambley, fundó varias escuelas en Hospital de Órbigo (León), Villameca (León), Moreruela de Tábara (Zamora) , Villablino (León) y en la ciudad de León.
El ideario pedagógico de estas escuelas se basaba en las directrices de la Institución Libre de Enseñanza, con aportaciones de Gumersindo de Azcárate, Manuel Bartolomé  Cossío, Giner de los Ríos, etc.
La escuela de Moreruela de Tábara se fundó en el año de 1897.
El relato de Marina a través de esta entrevista discurre a partir de año de 1930, fecha en la que prosigue sus estudios en esta localidad.
Inicio la entrevista con esta pregunta
Te  acuerdas de cuando fuiste a la escuela de Moreruela de Tábara.  Esta pregunta le debió parecer  un tanto infantil, para una mujer como Marina dotada una envidiable memoria.
“Pues claro que me acuerdo, tenía catorce años y estuve allí dos años, tenía que haber estado otro más. Salí porque se casó una hermana mía y mi madre quería que me quedase en casa”
Marina enlaza estos recuerdos con otros, es una constante en sus respuestas. Indudablemente esta práctica enriquece el discurso y a pesar de ser contenidos diferentes, mantienen una coherencia estructural.
“Mi padre-comenta- era herrero y aprendió el oficio  con Gildo, en Villarrín de Campos, que tenía un hijo veterinario. Todos los años acudía a las fiestas del Cristo. Iba por la mañana y regresaba por la noche”
Recuerda que  en Villarrín existía un seminario de curas, le dije que no. En este pueblo en aquella época había  un colegio religioso regentado por los hermanos Marianistas.
Esta afirmación  que podría tener una excusa para verificar sus datos, se desveló que contenía algo más.
“Había un sacerdote que se llamaba Domingo Mateos, que era de Calzadilla de Tera, estuvo en Villarrín muchos años y después se vino  para aquí”
Continúa  diciendo que el colegio pasó momentos difíciles, que el sacerdote del pueblo y el médico denunciaron a la escuela y ésta  permaneció cerrada durante tres años. Le pregunté la causa y  responde  “que no iba de acuerdo con sus ideas, que si era laica y qué se yo qué otras historias”.
Según sus datos la escuela permaneció cerrada entre los años 1927-1930.
Su abuelo y otras personas acudieron al obispado de Astorga y a la sede de la Fundación Sierra Pambley,  solicitando la apertura del centro, que reanuda de nuevo su actividad académica.
“Vino D. Constantino Álvarez y después D. Amadeo Fuertes (mi maestro) y al final D. Felicísimo Fernández del Campillo que permaneció veintiocho años” (véase La Opinión de Zamora de 30/11/1914)
  ¿Quién te llevaba al colegio?
“Nadie íbamos andando, veníamos a comer y volvíamos por la tarde, hay un kilómetro de distancia”.
¿Cómo era la escuela?
“Una elegancia, preciosa, con muchas ventanas altas, en la pared de afuera hay una lápida de mármol blanco dedicada al fundador”
“Había una huerta enorme, un jardín. La clase tenía las ventanas muy altas, con una cocina que servía para calefacción. Alrededor de las paredes estaba la biblioteca, con muchas estanterías, llenas de libros. Todos los hombres grandes de España estaban allí”
“En una pared había una pizarra muy grande colgada y mapas de España y de todo el mundo”
“El piso era de pizarra y el tejado también”
“En la escuela estaba todo pago, cuadernos, cartapacios, tiralíneas”
“Siempre que paso por delante de la escuela me quedo mirando y me llena de alegría”
El patio de recreo tenía al fondo dos urinarios. Servía como huerto escolar y disponía de un pozo de agua bombeada con un motor eléctrico para uso de la escuela y de la vivienda del maestro que ocupaba la parte norte del edificio.
Cuenta aún con admiración el ensayo de un extintor de fuego que realizaron en el patio del colegio, así como un experimento en una probeta con alcohol.
Horario de clases
“Por la mañana de nueve a una y por la tarde de tres a cinco”.
“Los días de mal tiempo llevábamos la comida y la calentábamos en la cocina de clase.”
“Teníamos las mismas vacaciones que en la escuela nacional”.
Qué recuerdos tienes de tu maestro
Noto emoción y tristeza en su expresión, me siento intranquilo por haber formulado esta pregunta, tal vez le afecte y temo que esto le perjudique.
No fue así, sonriendo se dirige a mí con una expresión de alegría.
“A D. Amadeo le quería mucho. Era un señor orador, era un maestro de otra clase de maestros”.
“Era de Torrestío, un pueblo de las montañas de León. Todos los maestros eran de esas tierras ninguno zamorano”
“Muchas clases las daba al aire libre. Hicimos muchas excursiones, a los saltos de Ricobayo cuando se inauguraron, a Puente Quintos, al monasterio de Granja de Moreruela, Zamora la vieja…”
Acudió a su boda en Moreruela ya que se casó con una cuñada de su hermana. A los diez años le despidieron. Se trasladó como maestro interino a un pueblo cerca de Villalpando, permaneciendo un año .Después se colocó de contable en la central eléctrica de Aspariegos. Tuvo cuatro hijos. Perdió su pista hace muchos años.
Recuerdos de D. Paco (así llamaban en el pueblo al fundador)
Esta pregunta no estaba prevista en el cuestionario, ella me contó casi de forma confidencial una serie de aspectos relativos al fundador, que no vienen reflejados en ningún libro sobre la obra de Sierra Pambley.
Al parecer un hermano de D. Paco, allá en Hospital de Órbigo salió con un caballo, éste se espantó, derribó al jinete, falleciendo. Heredó las propiedades de D. Paco     un sobrino. Dos años después apareció un testamento en el cual se confirmaba que la herencia correspondía a la Fundación.
“Tenía una ganadería, muy grande en Requejo y Quintanilla, potril, ovejas, una yeguada elegante”
Recuerda que a las ovejas las llamaban merinas y  a los corderos borros.  El ganado practicaba la trashumancia hasta los pastos de las montañas de León.
“Cuando venía la vaquería de las montañas era una novedad, daba gusto ver tantos animales”
“Don Paco pasaba temporadas en una casa que tenía  para los guardeses que hay en Requejo”
“Don Paco a los de la Mata y el Raso les daba una hectárea de terreno para cultivar, era muy bueno. Murió en 1915”
Prestigio de la escuela
“Los de Santa Eulalia, Pozuelo  y  Moreruela se distinguían de la gente de otros pueblos que no sabían nada”, comenta Marina y reforzando esta opinión subraya “Cuando los de Santa Eulalia iban a Manganeses a moler el trigo, hacían las cuentas muy bien. Los de allí apenas sabían nada”.
“Toda mi familia, menos mi padres hemos ido a la escuela, mi marido, mis hermanos, mi suegro, mis hijos. Todos muy orgullosos”.


¿Qué hacías en la escuela?
Lecturas
Muchas cosas. No estudiamos por libros, sino por apuntes. El maestro nos explicaba la lección, la escribíamos y luego se la leíamos”.
Había unos libros básicos de lectura que eran el Conde Lucanor, Corazón de E. Amicis y Código moral.
“De la biblioteca podíamos sacar libros y llevarlos para casa, he leído muchos: Agustina de Aragón, Episodios Nacionales, Pizarro, Juana de Arco….”
“Las chicas cuando salíamos al recreo, nos dedicábamos a leer y cuando íbamos a casa, en el buen tiempo nos sentábamos en una pradera a leer”
Trabajos manuales
“Hicimos el pueblo español en cartulina. Figuras de barro, flores con hilos, qué se yo cuanto”
“No hacíamos labores de coser, pues el maestro no sabía”.
Materias de estudio
Fundamentalmente geografía, historia, ciencias naturales. Otras asignaturas como aritmética, lenguaje, etc. Hacían copias caligráficas.
La religión se ofrecía como materia optativa, pero nadie la elegía.
Exposiciones, teatro, recreos, condiciones de acceso, calificaciones etc.
Al final de curso hacían exposición de los trabajos escolares. Había representaciones de teatro, pero Marina no participaba, porque no le gustaba.
En los recreos los niños tenían turno distinto al de las niñas. Aunque convivían todos juntos en la misma clase, los pupitres estaban separados por sexo. El hecho de compartir la misma aula, constituyó un hecho insólito en aquella época.
Para entrar como alumno en el centro, se requería un examen previo de lectura, escritura, cálculo y conocimientos generales, respetando los números clausus asignados a cada municipio. La ratio era de 30 alumnos/aula.
Según Marina eran preferidos los niños de las Dehesas de Quintanilla, Pozuelo y Quintos. Aunque un poco complicado para trasladarse a Moreruela.
Al final de curso les entregaban a los alumnos las calificaciones Marina comenta “Sí, nos daban notas al final de curso, pero no servían para nada”. Quería  decir que no eran válidas o reconocidas oficialmente
Una travesura graciosa
Marina no habla de castigos al alumnado. El comportamiento de las niñas debía ser ejemplar, ni peleas, ni desorden, sólo estudio, obediencia. Me pregunto si realmente era así, alguna vez tenían que observar una conducta  revoltosa,  más escolar, ruidosa, con bromas típicas de su edad, aquella escuela se basaba en principios de libertad, alegría , actividad,  y esto se tiene que exteriorizar. 
Marina me sacó de dudas  contando  una travesura de niñas, con tal gracia y alegría que parecía disfrutar de los hechos como si hubieron ocurrido ayer
“Hacíamos nuestras averías. En  La huerta había una colmena y dijimos:
-¿por qué no la vamos a tirar? Fuimos y entres la tiraron.
Había una chica del molinero y con un palito me dio un trocito de miel. Un chico que estaba fuera nos vio y se lo dijo dueño. La que se armó.”
El dueño exigía el pago de la colmena porque al parecer se había roto.  Marina sostiene  que no la ha tirado, pero que sí probó la miel. El maestro se enteró de incidente, participó de las risas de las niñas, no dice que hubiera ningún tipo de castigo. Al final entre todas tuvieron que pagar la colmena.
Marina no cuenta la reacción de sus padres.

Compañeros del colegio
En esta parte de la entrevista Marina estaba más locuaz, emocionada por volver a recordar las camaradas de pupitre, con las que indudablemente compartió confidencias, alegrías, sinsabores, ilusiones. La nostalgia le invade, aunque sonríe, una constante en su carácter. No deja de pensar que de compañeras, solamente vive una de cien años (Araceli) que está en una residencia de Tábara.
Esto son  los nombres que me ha facilitado, tal vez  yo haya cometido algún error de transcripción


Santa Eulalia (niñas)
Nuria (la del molinero); Araceli (residencia de Tábara), Demetria, Maximina Guerrero y Marina Fernández
Santa  Eulalia (niños)
Vicente Fernández, Esteban Fincias. Eliseo y su hermano Elías.
Moreruela (niñas)
Celsa González,  Isabel Ferrero, Sarita Rojo, Catalina López y Pilar Martín.
Moreruela (niños)
Rodomiro Crespo (muerto en la contienda civil), Manuel Fernández, Isidoro y Lolo  (hijos del señor Andrés, fallecidos en la contienda civil) y Santiago Pozuelo.
 Pozuelo (niños)
Genuino López, Santiago Alonso Sepúlveda  y Ángel López
Final
La entrevista finaliza, siento que esto sea así. Escuchar a Marina es actualizar el pasado, recrear imágenes, sonidos, vivir una experiencia que ella ha sido capaz de transmitir y llenar de emoción una parcela entrañable de su dilatada vida para que en nuestra memoria perviva el regalo de sus recuerdos.
Como inspector de educación para mí hubiera sido un privilegio y un honor visitar el aula de las experiencias, el aula donde el alumno crea y el maestro observa, el aula donde Marina y sus compañeros aprendieron que lo más hermoso es aprender a vivir con los demás, a respetar y hacer felices a quienes te rodean.
El patio de los recreos, de las confidencias, fue un foro de  libertad en el que un  grupo de adolescentes escribió su experiencia escolar en el cuaderno de la vida, que  hoy Marina nos lo muestra para que los que hemos seguido su relato, sepamos valorar y comprender la gesta educativa de los  maestros y alumnos que llenaron de esplendor la escuela de Moreruela de Tábara.



Escuela de Moreruela de Tábara (Zamora)



Marina Fernández Santiago (1915)

Este trabajo ha sido publicado en el periódico  "La Opinión" (Zamora) el 11/10/2016


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